viernes, 18 de abril de 2008

I. Pequeñas delicias de una vida no conyugal


El día de hoy se me antoja azul.

Te miro bajo el amanecer en el espejo, eres extraña y dorada. Ayer me cautivaste caminando por las calles de Cali, mientras yo procuraba capturarte con mi lente.

Al anochecer te atrapé, descubriéndote entre canciones de Sui Generis y copas de ron. Ahora te dejo; tan hermosa como te encontré, tal vez más, con la complicidad de esta luz.

Entre los estragos de la noche anterior, Saúl toma su cámara y su sombrero. El fotógrafo le da un beso en la boca a la mujer, sin despertarla. Después abandona la habitación para siempre.

A través de mi lente veo una procesión de caras grisáceas por las calles desteñidas. El sonido de sus carretillas es la banda sonora del trasnochado, como yo, pero sus rostros se pierden en la bruma azul. Bajo esta luz tan lúgubre, mi cámara se vuelve un lastre al hombro.

Un olor familiar reconforta al fotógrafo vagabundo y le avisa que su hogar está cerca. Es el pan recién hecho de la tienda de Doña Gloria. Saúl saluda a algunos de los bohemios habituales del lugar, que beben café, sentados sobre la acera, como en un gesto subversivo contra los transeuntes que se dirigen presurosos a sus trabajos.

Saúl entra al lugar, donde la dueña le sirve su tinto, sin necesidad de pedirlo. Además le entrega algo inesperado, una carta.

- Saulito, te la dejó un tal Esteban-
- Mi hermano. Debe ser con motivo de alguna reunión familiar: una boda,un accidente, un entierro, una herencia o otro intento de mi padre de sacarme de mis malos pasos.-
-Saúl, calle esa boca, no vaya a atraer la mala suerte-
-No me preste atención, mi doña. Son cosas de familia. -


Proximamente:
II. Amantes Desnudos bajo un Sombrero

1 comentario:

Narrativas II dijo...

Revisa algunas correcciones pequeñas que hay en palabras, pero hay también una propuesta, revísala también, es demasiado complicado proponer cambios en la estructura, pero siento que podría funcionar muchísimo más así:

El día de hoy se me antoja azul.

Esta frase, solita, comenzando. Y párrafo nuevo.

Te miro bajo el amanecer en el espejo, eres extraña y dorada. Ayer me cautivaste caminando por las calles de Cali, mientras yo procuraba capturarte con mi lente.

Al anochecer te atrapé, descubriéndote entre canciones de Sui Generis y copas de ron. Ahora te dejo; tan hermosa como te encontré, tal vez más, con la complicidad de esta luz.

Entre los estragos de la noche anterior, Saúl toma su cámara y su sombrero. El fotógrafo le da un beso en la boca a la mujer, sin despertarla. Después abandona la habitación para siempre.

A través de mi lente veo una procesión de caras grisáceas por las calles desteñidas. El sonido de sus carretillas es la banda sonora del trasnochado, como yo, pero sus rostros se pierden en la bruma azul. Bajo esta luz tan lúgubre, mi cámara se vuelve un lastre al hombro.