viernes, 29 de febrero de 2008

5 X 2

I. Lo que es.
Saúl se pone el sombrero. La prenda que cubre su cabeza, dispara el recuerdo de Malena.
Saul y Malena caminan por la plaza de San Antonio. El fotógrafo lleva su cámara en la mano, la mujer camina agitando su falda por los bordes. Saúl le va a tomar una foto, pero ella se cubre la cara con las manos. El fotógrafo insiste, pero ella se echa a correr por el parque. Finalmente, el fotógrafo la tiene lista para un Close-Up, pero Malena le mete los dedos en la lente antes de que la pueda capturar. El joven molesto se sienta en uno de los muros y limpia el lente. Malena se echa a reír, sentada en el piso al lado de Saúl. Pronto se aburre de estar ahí y se va a escuchar la música que toca un guitarrista en otro lado del parque. Malena baila al ritmo de los acordes flamencos del músico, mientras Saúl la ve a lo lejos, tratando entenderla.
Malena esta desnuda frente a la ventana del cuarto de Saúl. El fotógrafo esta en la cama y fuma. Él mira los destellos verdes y azules que envuelven el cuerpo de ella. Es la última noche, juntos. Malena se alista para partir la mañana siguiente. Se mete entre las sábanas del fotógrafo por última vez. Esa noche no se toman fotos; Saúl no está de humor. Él tiende su cabeza sobre el regazo de la mujer, mientras le acaricia las piernas. La luz del alba irrumpe en el cuarto de Saúl e ilumina su último momento juntos. Él sabe que ella debe partir, pero eso no lo hace más fácil. Ella sabe que hoy tiene que terminar, su camino está en otra parte. Él se pone el sombrero, de manera que le cubra los ojos. Ella se viste y le acaricia la espalda. Saúl no la mira. Malena se va. Él no la sigue.
II. Lo que fue.
Saúl se puso el sombrero; la prenda en su cabeza le disparó el recuerdo de Malena.
Saúl y Malena caminaron por el parque de San Antonio. El fotógrafo llevó su cámara en la mano, la mujer caminó agitando su falda por los bordes. Saúl le iba a tomar una foto, pero ella se cubrió la cara con las manos. El fotógrafo insistió, pero ella se echó a correr por el parque. Finalmente, el fotógrafo la tenía lista para un Close-Up, pero Malena le metió los dedos en la cámara antes de que la pudiera capturar. El joven, molesto, se sentó en uno de los muros y limpió el lente. Malena se río, sentada en el piso al lado de Saúl. Pronto se aburrió de estar ahí y se fue a escuchar la música que un guitarrista tocaba al otro lado del parque. Malena bailó al ritmo de los acordes flamencos del músico, mientras Saúl la vio a lo lejos, tratando de entenderla.
Malena estuvo desnuda frente a la ventana de Saúl. El fotógrafo estuvo en la cama y fumó. Él miró los destellos verdes y azules que envolvían el cuerpo de ella. Era la última noche, juntos. Malena se alistó para partir la mañana siguiente. Se metió entre las sabanas del fotógrafo por última vez. Esa noche no tomó fotos, no estaba de humor. Él tendió su cabeza sobre el regazo de la mujer, mientras le acariciaba las piernas. La luz del alba irrumpió en el cuarto de Saúl e iluminó su último momento juntos. El sabía que ella debía partir, pero eso no lo hizo más fácil. Ella sabía que tenía que terminar ese día, su camino estaba en otra parte. Él se puso el sombrero, de manera que le cubriera los ojos. Ella se vistió y le acarició la espalda. Saúl no la miró. Malena se fue. Él no la siguió.
III. Lo de siempre.
Saúl se ponía el sombrero, esa pieza le disparaba el recuerdo de Malena.
Saúl y Malena caminaban por el parque de San Antonio. El fotógrafo llevaba su cámara en la mano, la mujer caminaba agitando los bordes de su falda. Saul estaba por tomarle una foto, pero ella se cubría la cara con las manos. El fotógrafo insistía, pero ella se echaba a correr por el parque. Cuando el fotógrafo la tenía lista para un Close-Up, Malena metía los dedos al lente de la cámara, antes que la pudiera capturar. El fotógrafo molesto se sentaba y limpiaba la cámara. Ella se reía, sentada en el piso al lado de Saúl. Pronto se aburría de estar ahí y se iba a escuchar a los músicos que tocaban en algún lugar del parque. Malena bailaba al ritmo de los acordes flamencos de la música. mientras Saúl la veía a lo lejos, tratando entenderla.
Malena estaba desnuda frente a la ventana de Saúl. El fotógrafo estaba en la cama y fumaba. Él miraba los destellos verdes y azules que envolvían el cuerpo de ella. Siempre era su última noche, juntos. Malena se alistaba para partir la mañana siguiente. Se metía entre las sabanas del fotógrafo por última vez. Esa noche, Saúl no tomaba fotos, no estaba de humor. Él tendía su cabeza sobre el regazo de la mujer, mientras le acariciaba las piernas. La luz del alba irrumpia en el cuarto de Saúl e iluminaba su último momento juntos. El sabía que ella tenía que partir, pero eso no lo hacía más fácil. Ella sabía que tenía que terminar ese día. su camino estaba en otra parte. Él se ponía el sombrero, de manera que le cubriera los ojos. Ella se vestía y le acariciaba la espalda. Saúl no la miraba. Malena se iba. Él no la seguía.
IV. Lo que será.
Saúl se pondrá el sombrero y se disparará el recuerdo de Malena.
Caminaran juntos por el parque de San Antonio. El fotógrafo llevará su cámara, ella caminará boleando los bordes de su vestido. Saúl estara a punto de tomarle una foto, pero ella se cubrirá la cara con las manos. Él insistirá, pero ella se echará a correr por el parque. Cuando el fotógrafo la tenga lista para un Close-Up, Malena le meterá los dedos al lente de la cámara, antes de que la pueda capturar. El fotógrafo molesto se sentará y limpiará la cámara. Ella se reirá, sentada en el piso al lado de Saúl. Pronto se aburrirá de estar ahí y se ira a escuchar a los músicos en algún lugar del parque. Malena bailará al ritmo de los acordes flamencos de la música, mientras Saúl la verá a lo lejos, tratando entenderla.
Malena estará desnuda frente a la ventana de Saúl. Él fotógrafo estará en la cama y fumará. Él mirará los destellos verdes y azules que envolveran el cuerpo de ella. Esa será su última noche, juntos. Malena se alistará para partir la mañana siguiente. Se meterá entre las sábanas del fotógrafo por última vez. Esa noche, Saúl no tomará fotos, no va a estar de humor. El tenderá su cabeza sobre el regazo de la mujer y acariciara sus piernas. La luz del alba irrumpirá en el cuarto de Saúl e iluminará su último momento juntos. El sabrá que ella tiene que partir, pero esto no lo hará más fácil. Ella sabrá que tiene que terminar ese día, su camino estará en otra parte. El se pondrá el sombrero, de manera que le cubra los ojos. Ella se vestirá y le acariciará la espalda. Saúl no la mirará. Ella se irá. Él no la seguirá.
V. Lo Eterno.
Por el parque corren los amantes. Las fotos se disparan, los rostros se ocultan. Los juegos se hacen eternos, ella corre, él no la atrapa. Los dedos cegan a la cámara. Malena rie y baila. Los músicos siguen sus movimientos al acorde de sus pasos flamencos. Saúl trata entenderla.
Malena se desnuda frente a la ventana de Saúl. Los cigarrillos se consumen, las horas se agotan. Es la última noche. Los cuerpos se reprochan y se reconcilian entre las sábanas. No hay fotos, el flash no los perturba. Sólo la luz del alba entra por la ventana, para acompañar su último momento juntos. En la desnudez todo se sabe.
El sombrero de Saúl cubre sus ojos, Malena se viste para partir. Las manos se deslizan por la espalda del fotógrafo escribiendo un adios. La puerta se cierra. Saúl queda sólo, bajo su sombrero.

viernes, 22 de febrero de 2008

¿Dónde estas Hermosa?




1. Amanece, Saúl se despierta en la cama de una mujer que ha fotografiado el día anterior. Se viste y toma su cámara. Le da un beso, sin despertarla y abandona el lugar.
2. El joven fotógrafo camina por las calles de San Antonio; saluda a doña Gloria, la dueña de la panadería en que desayuna. Ella le entrega una nota que le ha dejado su hermano, Esteban, el día anterior.
3. Saul llega a su casa, se baña y arregla. Lee la nota de su hermano. Él lo ha invitado a almorzar.
4. El joven se dispone a salir, se pone su sombrero en la cabeza y recuerda, como siempre, a la mujer que se lo regaló y que aun ama, Malena.

5. Saúl sale a la calle a tomar fotografías durante el día y se reune a almorzar con su hermano. Entre otros temas, discuten sobre la relación de Saúl con su padre y la nota que recibió en la mañana.
6. Por la tarde, Saúl va a la Loma de la Cruz. En un momento, el viento se lleva su sombrero hasta los pies de una mujer que lo impacta. Como rasgo característico, ella tiene una cicatriz de mejilla a mejilla. Saúl le toma una foto y le pregunta cómo puede contactarla, ella le responde que la encuentra por las tardes en el parque.
7. El joven la sigue, tomandole fotos, mientras ella baja de la Loma hacia la Quinta. Ella cruza la calle. Él casi es atropellado por no fijarse al pasar la calle. Saúl le pregunta su nombre y ella le responde, pero su voz es inaudible ante el bullicio de los carros.
8. Saul se da cuenta ha dejado caer la cámara al piso y esta se ha abierto, dejando expuesto el rollo. Horrorizado, mete la película de vuelta a la cámara. Esperando que, milagrosamente, los negativos de las últimas fotos esten bien.

9. Al otro día, por la mañana, Saúl va al laboratorio fotográfico de su amigo y maestro: Don Fermín. Los negativos de la chica de la Loma de la Cruz estan dañados. El joven se siente desconsolado.
10. Con animo de volver a verla y fotografiarla, Saúl regresa esa tarde a la Loma de la Cruz, pero no la encuentra. Hace algunas indagaciones con los artesanos, pero estos no le dan mayor información sobre la mujer. Sólo uno recuerda haberla visto por las noches, con algunos amigos, pasando el rato en frente de El Teatro Municipal.
11. El joven tiene una cita para fotografíar a otra modelo, pero cuando empieza a tomar las fotos, siente un malestar muy profundo. Con cada click, se le hace más borroso y distante el recuerdo de la niña con la cicatriz. Se excusa y termina la sesión.
12. Saúl camina por las calles de Cali, perdido, tomándole fotos a cualquier cosa que le recuerde a aquella mujer, haciendo un gran esfuerzo por mantenerla presente en su mente. Las memorias de su romance con Malena se entremezclan con los destellos de aquella tarde en la Loma de la Cruz, mientras deambula por la ciudad.

13. Saúl va a buscar a la mujer frente a El Teatro Municipal. Intenta indagar, pero se topa con unos muchachos que no quieren ser indagados. Pelea con ellos, estando en desventaja numérica y lo dejan muy maltrecho. Uno de ellos, James, le advierte que si lo vuelve a ver preguntando por ella, le va a ir muy mal. Pronto llega la policia, se lo llevan a él y a otros dos muchachos que no se alcanzaron a volar. El único dato que le queda después de la riña es que uno de sus agresores se refirió a una mujer parecida a la que Saul describe como "La Palmirana".
14. El joven está detenido en la estación de policia. Uno de los policias, amigo del padre de Saúl lo reconoce y llama a su familia. Después llegan su hermano, Esteban, y el padre. Ellos arreglan con los policias y se lo llevan.
15. Esa noche, se da una inesperada reunión familiar. A Saúl le toca pasar la noche en la casa materna y comer junto a su familia. La situación es en extremo incómoda y llena de reproches. El joven accede a quedarse ahí por una noche.
16. En la madrugada, cuando todos duermen, Saúl toma el carro de su papá y se dispone viajar a Palmira. Mientras va en el coche, busca rasgos del rostro de la mujer de la cicatriz en cada esquina de cali, cada árbol, cada luz, cada calle destrozada, cada cosa. En su ensimismamiento, no se da cuenta que un policia le hizo señas para que parara en un retén. Como no tiene pase, obviamente se lo llevan de nuevo a la comisaría.

17. Esa noche, Saúl tiene una conversación muy seria con su familia, después de que lo sacan de nuevo de la estación de policia. Cuando sus padres le preguntan porque hizo algo tan tonto, el les inventa que tenía una oportunidad de vender sus fotos a un aficionado que vive en Palmira. Hace una muy convincente descripción del negocio. La madre y el hermano sugieren que sería una buena idea que el padre acompañara a Saúl hasta aquella ciudad. El padre intenta excusarse para no ir, pero cede ante la presión de la familia. Saúl, aunque no le gusta mucho la idea, accede porque cree que es la mejor oportunidad que tiene de encontrar a la mujer que busca.
18. Durante el viaje a Palmira y una noche de estadía en el hotel, padre e hijo tienen oportunidad, de hablar. Sobre las decisiones que tomó Saúl, dejar la universidad, vivir como un fotógrafo vagabundo y la falta de aceptación del Padre.
19. Al otro día, el padre se asegura de acompañar a Saúl hasta el lugar donde vive el posible comprador de sus fotografías. Saúl se lo lleva a unas oficinas, entran a la de sala de espera, él le dice al padre que va salir a la calle a fumarse un cigarrillo. En ese momento, se escapa para buscar a la mujer. Cuando el padre se entera, sale a buscarlo muy molesto.
20. Un mendigo se le acerca a Saúl, el fotógrafo le da unas monedas y le pregunta por la mujer que busca. El hombre le da indicaciones de donde puede encontrar a la mujer que busca, pero le advierte que tenga cuidado.

21. Saúl llega al barrio donde vive la mujer. Pasa por una tienda donde James, el hombre con quien pelió en Cali ,lo identifica. Antes de que pueda llegar a la casa de la chica, este lo ataca con un palo que toma de la carretera. Lo golpea brutalmente, mientras le advierte que los deje en paz. De repente, un hombre toma a James por el brazo, le quita el palo y lo noquea, es el padre de Saúl. Otros muchachos intentan golpear al Señor Montoya, pero este defiende el cuerpo caído de su hijo con todas sus fuerzas.
22. Sólo cuando la mujer de la cicatriz sale y les grita que se detengan, los hombres los dejan en paz. Maltrecho, el padre de Saúl, se acerca a su hijo, quien esta boca abajo al lado de un caño y no respira. El padre angustiado intenta revivirlo, le da respiración boca a boca, le pide que despierte. Finalmente, Saúl reacciona y despierta.
23. La mujer de la cicatriz lleva al padre y al hijo al interior de su morada, donde les hace algunas curaciones. Ella se excusa por las acciones de su primo, James, les explica que mucha gente los busca para lastimarlos por el pasado de su padre. El padre de Aura es un hombre ciego, sentado en una silla en la pequeña habitación en que viven. La mujer les cuenta cómo aquel hombre fue en una época uno de los mejores matones de los narcotraficantes,tuvo mujeres y mucho dinero, pero terminó ciego en un atentado fallido. Además algunos enemigos lo buscaron y la lastimaron a ella, como lo atestigua la cicatriz en su cara. La mejor solución que halló el padre fue refugiarse en un barrio humilde de Palmira, esperando que sus enemigos lo olvidaran y le dejeran vivir sus últimos años en paz. Desde ese tiempo, Aura, la chica de la cicatriz, cuida de él y vende las joyas que hace, a unos amigos artesanos de la Loma de la Cruz , para sobrevivir.
24. Aura se sienta en el piso al lado del padre, le toma una mano y se la acaricia. El padre le soba la cabeza, mientras empieza a verse acongojado e intentando no llorar. Es una escena muy conmovedora para Saúl y su padre. Saúl, aun maltrecho, toma su cámara y les toma una foto , la luz que atraviesa a través de las tejas, resalta los rostros de padre e hija. El padre de Saúl le dice: "Es una foto muy bella".

25. Saúl se despide de Aura, le da su dirección para que lo visite cuando este en Cali y vayan a tomar un café. Le da un abrazo, le agradece, sin estar seguro porque y se va de el lugar con el Señor Montoya.
26. Atardecer, Padre e hijo van en camino hacia Cali. Saúl, muy magullado, esta recostado sobre el hombro de su papá, quien va manejando. Saúl lleva el sombrero sobre su cara. Pasan el peaje entre Cali y Palmira, en cierto momento el sombrero de Saúl se vuela por la ventanilla y se regresa al otro lado del peaje. Saúl se reincorpora y le pide al padre que pare para ir a a buscar su sombrero. El padre se niega, dice que no se va a parar en la mitad de la carretera, pero ante la insistencia de Saúl, lo hace. El joven corre,cojeando, lo mejor que puede hasta su sombrero, se salta el peaje, lo que hace que los empleados y policías del lugar salgan detrás de él. Finalmente, al otro lado del peaje encuentra su sombrero, al pie de una chica que vende dulces. En ese momento, el joven fotógrafo se siente enormemente emocionado y con ganas de tomarle cientos de fotos. Le pide que le deje tomarle una foto, antes de que ella le diga que sí, él la toma de la mano y corre con ella, mientras la autoridad los persigue. Saúl la lleva entre los carros, por la carretera, esquivando a policia y empleados del peaje. La fotografía, al tiempo que la joven desconcertada, pero emocionada posa para su cámara. El padre de Saúl observa la pintoresca escena y no puede evitar sonreír, por su hijo, el fotógrafo. Anochece.

- Fin-

"Vuestros hijos no son hijos vuestros.

Son los hijos y las hijas de cuanto la Vida desea para sí misma. Son concebidos por medio de vosotros, mas no de vosotros.

Y aun estando con vosotros, no os pertenecen.

Podéis otorgarles vuestro amor, mas no vuestros pensamientos. Porque ellos poseen los propios.

Podéis dar cobijo a su cuerpo, mas no a su alma. Porque sus,almas habitan en la morada del futuro, la cual no podéis conocer, ni siquiera en vuestros sueños.

Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no intentéis que ellos sean como vosotros. Porque la vida no anda hacia atrás ni se para en el ayer.

Sois los arcos de los cuales vuestros hijos han sido disparados como dardos vivos. El Arquero ve el blanco en el camino del infinito, y Él os doblegará con su poder para que sus dardos puedan ir lejos y raudos.

Permitid que por placer sea la mano del Arquero la encargada de doblegaros. Pues aun cuando Él ama al dardo que vuela, también siente amor por el arco en tensión."

(De los hijos, El Profeta.Kalhil Gibrán)

viernes, 15 de febrero de 2008

Todo lo que siempre quiso saber sobre Saul, pero nunca se atrevió a preguntar.

I: ¿Cómo es la luz en la casa de Saul?

Lo primero que noté al entrar a la casa de Saúl esa noche es que no tenía ni una bombilla. Cuando entramos, él se acercó a la única ventana de su pieza y corrió una cortina de tela amarilla. Así, el cuarto oscuro se iluminó por la luz proveniente de la calle. Los vitrales de su ventana destellaron en tonos verdes y azules. Los pocos objetos de su casa se cubrieron en una encantadora luz amarilla. Miré las paredes de su cuarto, una de ellas estaba cubierta de fotos. Me dijo que eran sus obras más recientes.

Su hogar estaba casi vacío. Tenía una cama, con tendidos en croché, que le compró a una amiga artesana de la Loma de la Cruz. Al lado de su cama tenía un nochero, sobre el mismo tenía un par de libros, entre ellos pude reconocer la carátula de El Principito.

Mientras yo observaba su cuarto en busca de pistas para descifrarlo, Saúl abrió su closet y sacó una grabadora con unos cds. La ubicó en el suelo junto a la única toma eléctrica del lugar y puso un disco de Babasónicos para ambientar el momento.

Saul me miró por encima de su hombro con un aire de complicidad. Yo fingí no prestarle atención y tomé su libro de El Principito para aparentar estar desinteresada. Al abrirlo encontré una foto de una mujer. Tenía el cabello largo, su cabeza estaba cubierta por el sombrero de Saul, sus hombros estaban desnudos, miraba hacía abajo mientras apretaba sus labios en actitud juguetona.

¿Quién es esta?-le pregunté.


II: ¿Qué hace Saul antes de las nueve de la mañana?

Cafe, huevos y cigarrillos ¿Hay acaso una mezcla de olores más afortunada que esta?
En lo que a mi concierne, no. Cada mañana me levanto con el firme propósito de que me sucedan tres cosas: que el café sea bueno, que los cigarrillos sean suficientes y que las mujeres hermosas se crucen en mi camino.

Lo primero que hago en la mañana es tomar un buen baño con agua fría. Detesto el agua caliente, me siento como parte de una sopa cuando esta toca mi piel. Mi próximo ritual podría ser el pequeño acto vanidoso al que todos tenemos derecho. La verdad es que me gasto unos quince minutos arreglando mi barba. Me la masajeo con un humectante hasta que la sienta a mi gusto, luego corto los pequeños pelos que sobren y queda lista para partir. Te parecera extraño que un vagabundo como yo, se preocupe por tales cosas, pero debe decirte que acabas de conocer a un vagabundo con estilo. Además a mis amigas les encanta.

El próximo paso es vestirme. Esto no me toma mucho tiempo, la mayoría de mi ropa es igual. Mi closet está lleno de camisetas esqueleto. Las camisas y camisetas con mangas, me producen alergia, te juro que antes cuando las usaba me daban urticaria. Bueno, tal vez estoy exagerando, pero este atuendo me resulta idoneo para mi trabajo. Lo complemento con un pantalón de pana, muy fresco y unas sandalías. En lo único que me demoro es en escoger un cinturón. He armado una buena colección de ellos, cada vez que veo uno que me guste en una venta de los hippies o cuando visito a mis amigos en la Loma de la Cruz, no puedo evitar comprarlo.

Me encanta la calle entre mi casa y la tienda de doña Gloria. Como te das cuenta, el trayecto es muy relajado, el camino inclinado hacía abajo practicamente te lleva hasta tu destino. Lo malo es que la subida de noche es lo más mamón del mundo. Supongo que es más fácil dejar el hogar, para caminar entre balcones de colores: azul, rosado, tierra, verde, marrón; que tener que volver a casa, a oscuras.

Este es mi primer cigarrillo del día. Todavía no me lo voy a fumar, sólo lo pongo en la mesa mientras me traen el desayunito. Esta recién hecho el café, ¿lo hueles? que maravilla, y los huevos con cebollita y tomate, uy que rico. Ahora me perdonas, pero me molesta hablar mientras como.

¿Me pasas los fósforos? los tengo dentro del estuche de mi cámara. Gracias. Creo que este es mi momento favorito de la fumada, cuando se prende y la primera humarada llena mi boca.

Son las nueve de la mañana y ya cumplí con dos de mis objetivos del día: Buen café y buenos cigarillos. Sólo me falta una bella mujer frente a mi cámara.

¿Qúe me dices? ¿Te animas?

III. ¿Quién es la mujer de la foto? o ¿Cómo consiguió Saul su sombrero?


Esa noche, Malena llegó a a la casa de Saúl antes que él. Como no tenía llave decidió entrar por la ventana de la pieza. Algunos vecinos la vieron escandalizados, pero ella les respondió con un guiño.

Malena se acostó en la cama de Saúl, puso unas canciones de The Supremes y revisó los contactos de Saúl con una pequeña lupa que él guardaba en su nochero. "Esta sí, esta no" cantaba mientras redondeaba las fotos que le gustaban con un marcador rosado.

Despúes de un rato de espera, Malena se aburrió. Hasta que se le ocurrió una idea estupenda, que la hizo reir de manera frenética. Sacó un sombrero gris que le traía de regalo a Saúl. Este era de un material muy suave, con unos surcos muy finos que se sentían maravillosos contra la piel de los dedos. Alrededor tenía un lazo negro con una marca metálica en forma de ave. Malena lo compró en una tienda de ropa de segunda mano. Le encantó porque le recordaba a Humphrey Boggart y a Jean Paul Belmondo en Sin Aliento. Malena se desnudó y se puso el sombrero. Se entretuvo un rato haciendo caras de matón de cine negro, mientras se miraba en un pequeño espejo que llevaba en su bolso.

De pronto, escuhó que alguién abría la puerta. Malena se apresuró a tomar una cámara digital que llevaba en su bolso. Saúl abrió la puerta, vio a la chica desnuda y dejo caer sus llaves. Ella aprovechó y le tomó una foto.

-Quedaste con cara de ahuevado- le dijo ella entre risas.

-Dame esa cámara, bribona- le dijo Saúl, intentando imitar a un actor del viejo Hollywood.

-No quiero- Malena le sacó la lengua

El empezó a perseguirla por la pequeña habitación, intentaba agarrarla por sus brazos y cintura desnuda. Finalmente, Saúl se tropezó con su grabadora, que estaba en el piso y se lastimó un dedo. Se sentó en la cama, para revisar la uña que se había roto. Malena se le acercó en actitud pacífica. Él la ignoró, ella se sentó a su lado y se metió bajo su brazo a la fuerza. Saúl la miro con ternura, sólo para echarse sobre ella un momento después. Ella protestaba, pero el joven sacó su cámara y la enfocó.

-No quiero- dijo Malena, tapándose la cara con el sombrero.

Saúl le levantó un poco el sombrero y le tomó una foto. Malena salía con el sombrero, haciendo un puchero y con los hombros desnudos. Era la mejor foto en la vida de el fotógrafo. En ese instante se sintió profundamente conmovido.

-El sombrero lo compré para ti, Jean Paul, mi vago hermoso- Malena le puso el sombrero en la cabeza.

Sául recuerda esa noche cada vez que se pone su sombrero en la mañana. Siempre se toma su tiempo acomodándolo y dándole la inclinación perfecta que lo haga ver tan genial como los actores de las películas de Cine Negro que Malena tanto amaba.

La foto de Malena se ha tornado amarillenta por la humedad que hay en la casa de Saúl. Sin embargo, él la sigue guardando, entre las páginas del libro más importante de su vida. Nunca ha intentado duplicarla, aunque tiene los negativos bien conservados en el laboratorio fotográfico de un amigo.

¿Qué sentido tiene duplicar los momentos induplicables? - reflexiona Saúl, antes de ponerse el sombrero.


IV. ¿Cuál es la mejor hora para tomar una fotografía?

El sombrero de Saúl es arrastrado por una de las súbitas ráfagas de aire que una tarde caleña puede traer. Rueda a través de la plazoleta de la Loma de la Cruz, entre los pies de unos señores que se secan el sudor con un pañuelo, mientras pasan la tarde en aquél lugar. El sombrero sigue girando, pasa por delante de un joven que toca una guitarra, mientras un grupo de amigos lo rodean y escuchan esa canción de rock en español.

Saúl sale corriendo detrás de su sombrero, pasa por el lado de los señores, de los jovenes, pero no lo alcanza. El sombrero se eleva y va a dar a los pies de una joven. Ella lo levanta, lo sacude y se lo pone. El fotógrafo llega donde la chica. Al ver su sombrero en la cabeza de ella, siente que el mundo se le viene abajo.

-Por...por favor, dame mi sombrero-

-Disculpa, sólo me lo estaba probando, esta muy bonito- le dijo sonriendo.

Al ver su rostro, Saúl se sintió emocionado. Era una chica muy bella, con unos labios muy finos, piel trigueña y unos ojos grandes y oscuros. Tenía una cicatriz que atravesaba su cara de mejilla a mejilla a través de su nariz, que le produjo al fotógrafo gran curiosidad.
- Me gusta la correa de tu cámara- le dijo ella.

Saúl deslizó sus dedos entre la correa de tela de su cámara, esta tenía dibujos que se asemejaban a artesanías precolombinas.

-Gracias ¿te gusta la fotografía?-

- Me gustaría salir en las fotos de las revistas, pero...- dijo ella mientras señalaba el trayecto de su cicatriz y le sonreía a Saúl.
-Dejame tomarte una foto-
-¿Una foto mía?-
-Dale, mira son las 5:30. La luz en este momento baña de dorado todo lo que toca, es el tono más espectacular del mundo y sólo se encuentra en Cali en un día soleado al atardecer ¡Dale, porfa!
Saúl desfundó su cámara antes que ella le contestara. Era una cámara reflex muy vieja de armazón de metal y de pasta. Él la había tomado de uno de los cajones de la casa paterna, en la que estaba olvidada hace muchos años. Saúl sentía que era la máquina más ergonómica del mundo, sus botones tenían la ubicación perfecta para responder a sus necesidades. Además creía que su cámara era más elegante y sofisticada que todas las cámaras digitales de plástico, las cuales le parecían salidas de una piñata.

La chica le sonrió y se puso de pie, mirandolo de frente. Él levanto su cámara, deslizo sus dedos por el lente hasta tenerla enfocada, corrió el botón de la velocidad con su otra mano y justo cuando ella levantó su rostro hacia la derecha, Saúl disparo con el pulgar.
-Tienes que darme una copia-

-Por supuesto, tú me dices dónde y yo te la llevo-

-Siempre estoy en el parque por las tardes-

La chica le dio una gran sonrisa, se dio la vuelta y se fue caminando por las escaleras de la loma, entre las palmeras, mientras la luz dorada desaparecía y el cielo se tornaba rosado y azul. Saúl la siguó, tomandole fotos al cielo, a la niña, las palmeras y a Cali en la tarde. Ella atravesó la quinta, él iba a seguirla, pero ante su despiste casi lo atropella un carro.

-¡Espera!¿Cómo te llamas?- le preguntó Saúl,agitado, a través de los carros que llenaban la calle.

-...- le respondió ella, con un volumen inaudible, por los motores de los automóviles, al tiempo que le hacía un gesto de despedida con la mano.

¿Cómo?


Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
(Página 21, El Principito, Antoine Saint Exupéry)



viernes, 8 de febrero de 2008

Un Rollo o Dos.

Hermano


Esta foto está muy bacana, ¿es nueva?
¿Esa? pues no, creo que la tomé hace unos meses. Andaba por el centro y justo al atravesar la Plaza de Caicedo, ví la luz que bañaba las manos de la mujer en la foto, mientras ella pedía una limosna. Fue una feliz coincidencia.
Estas no las tenía antes, te ha rendido el tiempo.
El tiempo se vuelve amigo de uno, cuando no se es esclavo de la rutina.
Supongo que el tiempo no importa mucho, cuando se vive tan desobligado de todo.
Je, vos sabes que yo no tengo más obligación que caminar y esperar el momento propicio.
Sí, el momento propicio... ¿No tenes nada para tomar? la subida hasta tu casa me dejó seco.
Vos sabes bien que no tengo nevera. Lo único que podría ofrecerte es agua de la llave, pero si queres podemos ir a la tienda a tomar algo.
Me parece bien, así podemos charlar un poco más.
Sí, tal vez me daras a conocer el motivo de tu visita.
¿Acaso necesito motivo para visitarte?
No sé, siempre he desconfiado de las reuniones familiares.
Hermano, en estos días nos vemos tan poco, que esta charla contigo me resulta de todo menos familiar.
Ja, entonces ese es el asunto que te perturba. Pues no te preocupes, a mí me podes visitar cuando queras. Es bueno verte, de vez en cuando.
¿Y vos? ¿Por qué no nos visitas vos?
No me preguntes lo que ya sabes.
Algún día tendras que volver a hablar con él.
Algún día...por ahora, vamos a tomar algo.










viernes, 1 de febrero de 2008

Bienvenido, Saul Montoya

Saul Montoya tiene 25 años. Él vive en la ciudad de Cali, en el barrio San Antonio, solo, en una pieza alquilada.

Estudió bachillerato en un prestigioso colegio bilingüe de la ciudad y empezó la carrera de Psicología en la Pontificia Universidad Javeriana, pero se retiró en cuarto semestre.

De acuerdo a él, se salió de la universidad porque todas las clases de teorías psicológicas no le sirvieron para entender mejor a las personas.

Paradojicamente la universidad le permitió a Saul enamorarse del arte que actualmente desempeña. En uno de los talleres extracurriculares ofrecidos, en este caso uno de fotografía, el joven descubrió su vocación y se le hizo más fácil dejar los estudios que no lo llenaban. Desde ese momento, es un convencido de que se puede saber mucho más de una persona teniendola frente a la cámara que en meses y meses de psicoterapia.

Desafortunadamente, su decisión no fue bien recibida por su familia, quién decidió retirarle su apoyo, pues no creían en la fotografía como una carrera viable. La situación molestó en extremo al padre, ya que todos los miembros de la familia: su mamá, un hermano y una hermana mayor, son profesionales.

Saul es un joven de caracter apacible, quien sólo se muestra efusivo en ciertas ocasiones, cuando se encuentra en reuniones con sus amigos cercanos o cuando una mujer le gusta. Su círculo de amigos está compuesto por otros artistas, amigas que han posado para él y ex-compañeros de la carrera de psicología. La mayor parte del día la pasa sólo, caminando por la ciudad con su cámara o sin ella, o trabajando en el cuarto oscuro de un colega fotógrafo.

Por las mañanas, se levanta muy temprano y sale a caminar. Le gusta desayunar en una de las panaderías del barrio, mientras se fuma un cigarrillo. Siempre desayuna con huevos y un café, sin leche ni azucar. Se toma su tiempo para disfrutar de la comida, mientras ve pasar a las personas que se dirigen a su trabajo.

Saul es de contextura delgada, le gusta dejarse la barba, pero siempre bien arreglada. No le gusta la ropa que tapa sus brazos, prefiere las camisetas tipo esqueleto. Cuando sale a pasear, siempre lleva puesto su sombrero, el cual le regaló una chica, su primera modelo, con quien sostuvo una relación por varios meses.

Esa fue la última relación significativa que sostuvo él. De ahí en adelante, sólo ha tenido romances cortos, la mayoría con mujeres que han pasado por su lente. A Saul lo enamora fotografiar la belleza femenina, pero le encanta también tomarle fotos a las calles de Cali y sus personajes, para capturar un lado más duro y desencantado de la vida. Toda su obra se centra en esa disyuntiva entre lo suave y lo aspero, la belleza sublime y lo desesperanzador.

Él aún es un desconocido en su medio, su anhelo es que un día sus fotos sean exhibidas en los más importantes museos del mundo, para que todos las puedan ver. No aspira a tener una relación estable, siente que en su situación actual goza más de la vida. Algún día le gustaría hacer las paces con su familia, pero es poco probable que sea él quien de el primer paso para una reconciliación.

Por la noche, le gusta escuchar música en su casa, antes de irse a dormir. Le gusta el rock en ingles y en español. Su banda favorita es The Clash. También le gusta ver películas, algunas veces en DVD en la casa de uno de sus amigos y en otras ocasiones en la Tertulia.

Lo último que hace en el día, es fumarse un cigarrillo, uno de los tantos que se fuma en una jornada. Este hábito que asumió desde muy pequeño, a escondidas de sus padres, le ha dado un tono de voz ronco muy distintivo. Este ha sido motivo de burla por parte de sus amigos, quienes le insisten que lo deje; pero él les dice que no, el cigarrillo es uno de los gustos más grandes de su vida. Ese es Saul Montoya, un artista, que deambula, goza y fuma, mientras espera la llegada de la próxima foto y quizas el próximo amor.