viernes, 1 de febrero de 2008

Bienvenido, Saul Montoya

Saul Montoya tiene 25 años. Él vive en la ciudad de Cali, en el barrio San Antonio, solo, en una pieza alquilada.

Estudió bachillerato en un prestigioso colegio bilingüe de la ciudad y empezó la carrera de Psicología en la Pontificia Universidad Javeriana, pero se retiró en cuarto semestre.

De acuerdo a él, se salió de la universidad porque todas las clases de teorías psicológicas no le sirvieron para entender mejor a las personas.

Paradojicamente la universidad le permitió a Saul enamorarse del arte que actualmente desempeña. En uno de los talleres extracurriculares ofrecidos, en este caso uno de fotografía, el joven descubrió su vocación y se le hizo más fácil dejar los estudios que no lo llenaban. Desde ese momento, es un convencido de que se puede saber mucho más de una persona teniendola frente a la cámara que en meses y meses de psicoterapia.

Desafortunadamente, su decisión no fue bien recibida por su familia, quién decidió retirarle su apoyo, pues no creían en la fotografía como una carrera viable. La situación molestó en extremo al padre, ya que todos los miembros de la familia: su mamá, un hermano y una hermana mayor, son profesionales.

Saul es un joven de caracter apacible, quien sólo se muestra efusivo en ciertas ocasiones, cuando se encuentra en reuniones con sus amigos cercanos o cuando una mujer le gusta. Su círculo de amigos está compuesto por otros artistas, amigas que han posado para él y ex-compañeros de la carrera de psicología. La mayor parte del día la pasa sólo, caminando por la ciudad con su cámara o sin ella, o trabajando en el cuarto oscuro de un colega fotógrafo.

Por las mañanas, se levanta muy temprano y sale a caminar. Le gusta desayunar en una de las panaderías del barrio, mientras se fuma un cigarrillo. Siempre desayuna con huevos y un café, sin leche ni azucar. Se toma su tiempo para disfrutar de la comida, mientras ve pasar a las personas que se dirigen a su trabajo.

Saul es de contextura delgada, le gusta dejarse la barba, pero siempre bien arreglada. No le gusta la ropa que tapa sus brazos, prefiere las camisetas tipo esqueleto. Cuando sale a pasear, siempre lleva puesto su sombrero, el cual le regaló una chica, su primera modelo, con quien sostuvo una relación por varios meses.

Esa fue la última relación significativa que sostuvo él. De ahí en adelante, sólo ha tenido romances cortos, la mayoría con mujeres que han pasado por su lente. A Saul lo enamora fotografiar la belleza femenina, pero le encanta también tomarle fotos a las calles de Cali y sus personajes, para capturar un lado más duro y desencantado de la vida. Toda su obra se centra en esa disyuntiva entre lo suave y lo aspero, la belleza sublime y lo desesperanzador.

Él aún es un desconocido en su medio, su anhelo es que un día sus fotos sean exhibidas en los más importantes museos del mundo, para que todos las puedan ver. No aspira a tener una relación estable, siente que en su situación actual goza más de la vida. Algún día le gustaría hacer las paces con su familia, pero es poco probable que sea él quien de el primer paso para una reconciliación.

Por la noche, le gusta escuchar música en su casa, antes de irse a dormir. Le gusta el rock en ingles y en español. Su banda favorita es The Clash. También le gusta ver películas, algunas veces en DVD en la casa de uno de sus amigos y en otras ocasiones en la Tertulia.

Lo último que hace en el día, es fumarse un cigarrillo, uno de los tantos que se fuma en una jornada. Este hábito que asumió desde muy pequeño, a escondidas de sus padres, le ha dado un tono de voz ronco muy distintivo. Este ha sido motivo de burla por parte de sus amigos, quienes le insisten que lo deje; pero él les dice que no, el cigarrillo es uno de los gustos más grandes de su vida. Ese es Saul Montoya, un artista, que deambula, goza y fuma, mientras espera la llegada de la próxima foto y quizas el próximo amor.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Camilo felicitaciones, me parece un escrito rico no solo a nivel descriptivo sino emocional... me pareció muy interesante la transición constante entre la esperanza y incompletud, entre la construcción y la destrucción que propone el escrito... la mejor parte el final, buen cierre.

Alvaro

azulquitapenas dijo...

Sí, Camilo. No sólo es un texto muy bien escrito y con una gran riqueza en las emociones que despierta, Saúl es ya un personaje, lo veo caminar con sus cámaras por San Antonio, ama tal vez desordenadamente, pero con mucha intensidad; y eso es lo que lo hace alguien distinto, con muchas historias que contar.