En el viaje de regreso a Cali, Saúl reposa sobre el hombro de Armando. Él únicamente piensa en Aura y su padre. Se los imagina felices de nuevo, algún día.
De repente el sombrero de Saúl se vuela por la ventanilla. Él insiste en bajarse y Armando no lo puede detener. El joven cojea hasta el peaje y se pasa por debajo del mismo. Los guardas lo persiguen. Él ve a una vendedora de dulces sosteniendo su sombrero. La toma de la mano y se la lleva a través de los carros, que acompañan su andar con los pitidos. Los guardas los persiguen entre ese trancón laberíntico. Saúl le toma fotos a la vendedora de dulces, quien sonríe extasiada. Finalmente, los guardas lo derriban y lo toman de los brazos. El joven mira a su padre y le sonríe. Armando, intenta esconder su sonrisa torciendo la boca. No lo puede evitar, el también sonríe, por su hijo; el fotógrafo.
miércoles, 14 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Interesante...
Por aquí volveré.
Publicar un comentario